Cada vez es más frecuente, por desgracia, encontrarnos, al ir a recoger el coche, que éste tiene una serie de daños como abolladuras, rallazos… y no hay ninguna nota del posible responsable de los mismos.
Esta falta de educación y convivencia del causante a veces queda paliada por la intervención de algún testigo que no tiene inconveniente en dejar sus datos para ayudar al propietario del vehículo dañado.
La respuesta a qué hacer en estos casos la encontramos, en primer lugar, en la cobertura contratada. Al tener la póliza de seguros con la cobertura de daños propios incluida, sólo nos perjudica en la medida de la imputación de siniestralidad que nos realiza la propia aseguradora. En aquellas aseguradoras con el sistema bonus/Malus, nos perjudica con la consiguiente posible subida de prima, y en aquellas que no tiene incluido ese sistema, normalmente con la admisión de un número determinado de partes al año, con el incremento de la siniestralidad.
Mayor complejidad conlleva el denominado seguro a terceros, en el que si no hay ni papel ni testigo, se deben asumir los gastos por cuenta propia, acordándose, eso sí, de la "gentileza" que ha tenido el causante y pensando en las causas que hayan podido generar su falta de colaboración.
Para el supuesto de disponer por lo menos de la matrícula, deberemos comunicarlo al seguro o mediador. La compañía de seguros, mediante el denominado fichero F.I.V.A., localizará la aseguradora que tiene, elevando reclamación a la misma. Si el vehículo no estuviera asegurado, y es culpable del siniestro, intervendrá el Consorcio de Compensación de Seguros, abonando la reparación para posterior reclamación al propietario del vehículo no asegurado.
En este tipo de reclamaciones tiene gran importancia la figura del testigo, por lo que sería recomendable conseguir una declaración firmada del mismo para el supuesto de que el causante negase el siniestro.
En todo caso este breve esquema no recoge en su totalidad la casuística que se puede dar en estos casos, por lo que siempre es recomendable estar asesorado para ver las posibles soluciones (si la hubiese) que se puedan dar.
Federico Martínez de la Puente. Abogado Seguros CEA